Las innovaciones en el ámbito educativo requieren de la participación y el involucramiento de la comunidad educativa; en muchos casos requieren también del involucramiento de su entorno, generando redes de colaboración entre establecimientos y con otras instituciones del territorio, tales como universidades y organizaciones comunitarias; generando proyectos pedagógicos participativos que posibiliten el desarrollo de propuestas de desarrollo curricular contextualizadas, empleando metodologías activas como el aprendizaje basado en proyectos o aprendizaje más servicio. Esto implica conformar Comunidades de Aprendizaje Profesional, trabajar colaborativamente y en red y visibilizar y potenciar buenas prácticas pedagógicas.
Para que la innovación pedagógica sea efectiva, se requiere: i) que el desarrollo profesional sea una prioridad para la gestión educativa; ii) que este no solo esté orientado a las y los docentes, sino que considere, además, un desarrollo profesional directivo, así como para las y los asistentes de la educación que apoyan la labor educativa (profesionales, técnicos, administrativos y auxiliares). Este desarrollo profesional implica potenciar la reflexión y el trabajo colaborativo entre pares, en especial, desde la cotidianeidad misma de la práctica pedagógica, poniendo foco en el aprendizaje e identificando las necesidades formativas en conjunto con los demás integrantes de las comunidades educativas; así como movilizando los diversos recursos disponibles en cada establecimiento de la comuna (por ejemplo, la red de maestros de maestros o las y los profesionales con postgrados y especializaciones en diversos ámbitos). La educación de Santiago posee grandes capacidades en su gente, las que a veces han sido ignoradas y subutilizadas.